Parece ser que el amigo de Rafael Blasco encarcelado por el supuesto saqueo de los fondos destinados a la ayuda al desarrollo, César Augusto Tauroni, mantenía una larga relación digamos profesional con el diputado imputado. Una amistad fraterna más bien, si atendemos a las informaciones aparecidas estos días sobre adjudicaciones reiteradas de contratos públicos a Tauroni por parte del Consell. Resulta curioso que un empresario sin experiencia alguna en la materia se hiciera con servicios tales como la atención telefónica a las mujeres maltratadas, los mayores o los jóvenes, pongamos por caso. Diríase que Blasco confiaba a pies juntillas en la capacidad de su amigo para montar tinglados partiendo de la nada. Todo un ejemplo de colaboración público-privada y de ayuda al emprendedurismo, algo tan querido por el ex conseller y ex portavoz parlamentario del PP valenciano. No sé si el hoy reo de la Justicia se benefició personalmente de tan estrecha relación, que parece que sí. Ni si Blasco lo hizo, que parece que también. Pero me huele a algo más que una simple amistad. ¿No andarían estos dos echando una mano al partido que les daba de comer? Por falta de escrúpulos no será.
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