Hace unos días la UGT del País Valenciano publicitaba un informe sobre el impacto que la mala gestión del sistema sanitario público tenía en la salud de los valencianos. Se decía en él que en el período 2000-2009, todavía sin el impacto de la crisis, cerca de 3.000 ciudadanos y ciudadanas de la Comunitat morían anualmente de forma prematura por las deficiencias observadas en el funcionamiento del sistema. La reacción del Consell de la Generalitat fue anunciar una querella contra el sindicato por generar alarma social, sin haber pedido siquiera de los autores acceso al documento. Hoy sabemos de un nuevo informe oficial de las autoridades sanitarias británicas en el que se da noticia de los miles de muertes provocadas por el desastroso proceso de privatización del en otros tiempos ejemplar Sistema Nacional de Salud del Reino Unido. En este caso, el Gobierno del también conservador Cameron ha expresado su preocupación por tan nefastas consecuencias. Dos formas bien distintas de sentir y practicar la democracia. A pesar de que ambos gobiernos comparten acreditadamente el objetivo de la liquidación de la sanidad pública en manos de intereses privados, lo que allí genera disculpas por parte del Gobierno aquí se convierte en amenazas y querellas contra quienes denuncian la evidencia. ¡Cuánto tenemos todavía que aprender respecto de los usos y la práctica de la democracia!
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