Los centenares de muertos del naufragio de Lampedusa son nuestros muertos, nuestras víctimas. Nada más me viene hoy a la mente, nada de qué hablar. Son los millones de vidas mutiladas que esperan cruzar el Mediterráneo o el río Grande para encontrar una oportunidad contra la muerte. Son millones de hombres y mujeres como nosotros, con nuestras ensoñaciones, nuestras esperanzas, nuestra dignidad, huyendo de la ciénaga en que el rico norte los ha confinado. Ojos negros de vidas secuestradas por la insolidaridad y la codicia de la autollamada civilización. Sonrisas blancas de niños y niñas negros segadas por la hoz de la avaricia de un mundo ensimismado hasta la náusea. No queremos que vivan aquí mientras les dejamos sin vida allí. No tengo nada más de qué hablar. Sólo recordar a Serrat,
Disculpe el señor
si le interrumpo, pero en el recibidor
hay un par de pobres que
preguntan insistentemente por usted.
No piden limosnas, no...
Ni venden alfombras de lana,
tampoco elefantes de ébano.
Son pobres que no tienen nada de nada.
No entendí muy bien
sin nada que vender o nada que perder,
pero por lo que parece
tiene usted alguna cosa que les pertenece.
¿Quiere que les diga que el señor salió...?
¿Que vuelvan mañana, en horas de visita...?
¿O mejor les digo como el señor dice:
"Santa Rita, Rita, Rita,
lo que se da, no se quita...?"
Disculpe el señor,
se nos llenó de pobres el recibidor
y no paran de llegar,
desde la retaguardia, por tierra y por mar.
Y como el señor dice que salió
y tratándose de una urgencia,
me han pedido que les indique yo
por dónde se va a la despensa,
y que Dios, se lo pagará.
¿Me da las llaves o los echo? Usted verá
que mientras estamos hablando
llegan más y más pobres y siguen llegando.
¿Quiere usted que llame a un guardia y que revise
si tienen en regla sus papeles de pobre...?
¿O mejor les digo como el señor dice:
"Bien me quieres, bien te quiero,
no me toques el dinero...?"
Disculpe el señor
pero este asunto va de mal en peor.
Vienen a millones y
curiosamente, vienen todos hacia aquí.
Traté de contenerles pero ya ve,
han dado con su paradero.
Estos son los pobres de los que le hablé...
Le dejo con los caballeros
y entiéndase usted...
Si no manda otra cosa, me retiraré.
Si me necesita, llame...
Que Dios le inspire o que Dios le ampare,
que esos no se han enterado
que Carlos Marx está muerto y enterrado.
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