Esta semana Francia constataba dos certezas irrefutables. Una, la brillantez atemporal de la torre Eiffel, que a sus 125 años (cumplidos el pasado lunes) sigue simbolizando la grandeza de París, ciudad icono de tantas generaciones. Dos, la dificultad de la socialdemocracia europea y de la izquierda en general para construir un relato electoralmente creíble y gubernamentalmente viable en el marco de la crisis civilizatoria que vivimos. El castigo en las urnas a las políticas y actitudes del presidente François Hollande pone el foco en tres reflexiones que hemos repetido desde esta ventana. La necesaria europeización de las izquierdas nacionales, la articulación de un discurso europeo y europeista de progreso que fuerce un giro en profundidad de las políticas dominantes en la Unión. Un cambio que no debe ser sólo reactivo sino, y fundamentalmente, proactivo para definir los ejes de progreso social en el nuevo tiempo. En segundo lugar, la conviccón de que los discursos electorales no pueden generar expectativas incumplibles. La pedagogía es la principal arma de la izquierda. Explicar la realidad a la ciudadanía hasta las últimas consecuencias y proponer en concordancia. La izquierda debe soñar, está en su esencia, pero debe partir de la realidad en sus propuestas de gobierno para no generar falsas expectativas. Y tercero, el populismo de derecha, que en Francia encarna el lepenismo, no se combate con más populismo sino con menos derechismo. Imaginando nuevas políticas inclusivas en el marco europeo, creando nuevos espacios de ciudadanía para la cooperación interétnica. Manuel Valls, Anne Hidalgo, veremos.
Exposition de 1889. Eiffel, ingénieur-constructeur - Tour Eiffel - Champ de Mars - Palais des Industries diverses. Imagerie d' Epinal N° 1250 : [estampe]. Bibliothèque Nationale de France. Documento en el dominio público. |
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