La jornada electoral del domingo ha provocado el más importante cambio en el mapa partidario español desde 1982. Por primera vez la suma de los votos a los dos principales partidos está por debajo del 50 por ciento del total. Hay todavía una distancia importante entre esas formaciones y el resto pero se ha abierto un escenario distinto en el que los actores deben necesariamente reubicarse. En la derecha, la concentración del voto en un sólo partido (la principal singularidad de nuestro sistema partidario en Europa) se ha abierto a otros como UPyD y Ciudadanos, desde el centro, o VOX, desde la extrema derecha. Y en la izquierda, la hegemonía histórica del PSOE se ve ahora matizada por la recuperación de IU, la eclosión de Podemos, la presencia de Primavera y una pléyade de pequeños partidos y agrupaciones progresistas. El PP ya ha dicho que esto se soluciona explicando mejor lo que hace; que cuando la gente lo entienda volverán a votarle masivamente. Eso dicen. El PSOE cree, por su parte, que lo que dice, lo que hace, cómo lo hace y quién lo hace está en cuestión. También la forma en que se relaciona con la sociedad. Así es, y no cabe espacio para la especulación, el tacticismo o el funambulismo en el principal partido de las izquierdas españolas. No ya por el PSOE, que también. Ni por los miles y miles de socialistas militantes o no, que también. Sino, especialmente, porque es imprescindible para el futuro de la izquierda y del país que el socialismo democrático recobre el aliento, su capacidad de ilusionar y la centralidad política en este tiempo de tan profundas mutaciones. El socialismo de la razón y, también, imperativamente, el socialismo de las entrañas. El que empatiza con el dolor y el sufrimiento de la gente y busca en la razón las soluciones contra la desigualdad y la falta de libertad. El que escucha a la gente, porque es gente; pero también el que propone, el que dice, el que abre nuevos espacios para la ilusión colectiva. Fundamentalista en la defensa de la igualdad y de la libertad; pragmático en la lectura y el entendimiento de la realidad. Ese socialismo es necesario como nunca. Así lo han de entender los y las socialistas y el resto de las izquierdas. No hacerlo sería desastroso para todos.
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