21 mayo 2014

No al populismo. Sí a una Europa de progreso

El Frente Nacional de Marie Le Pen podría ganar, según las encuestas, las elecciones europeas en Francia. Otras fuerzas antieuropeas y/o ultraderechistas en otros países tienen también opciones de alzarse con la victoria el #25M. Se puede dar así la paradoja de que el Parlamento Europeo con más poder de decisón de la historia tenga en sus escaños el mayor número de eurodiputados contrarios a la Unión, en buena medida desde populismos oportunistas de derecha. No es nuevo, es cierto. A menudo hay que recordar que el Front National fue la segunda fuerza más votada en las elecciones presidenciales de Francia de 2002, por delante del Partido Socialista liderado por Lionel Jospin. Desde finales de los 80 y, sobretodo, a lo largo de los 90 una parte creciente del electorado obrero (muchos, votantes comunistas y socialistas de larga tradición) abrazó este tipo de opciones, creyendo encontrar allí las certezas y la seguridad que ya no encontraba en la política tradicional. Hoy la crisis de Europa, sustanciada en el paulatino desmantelamiento de los sistemas públicos de bienestar y la falta de soluciones igualitarias de las democracias industriales en un mundo postindustrial, está potenciando el populismo ultranacionalista, enemigo declarado de la construcción europea. La Europa de hoy ha de cambiar necesariamente sus políticas, pero no hay opción para la No-Europa. No será posible un futuro viable para los y las europeos si la Unión languidece y termina por morir. Lo que estamos viviendo ahora es el encaje de Europa en el nuevo mundo que está naciendo. Y, también, cómo los europeos encajan las condiciones que caracterizan ese nuevo tiempo. De eso se trata el #25M. De lo que hagamos dependerá mucho de lo que ocurra en nuestras vidas en los próximos años.


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