La imputación y el cese de Lola Johnson a cuenta del saqueo de RTVV ha entrado en la campaña del #25M como un obús. Pocas horas después del acto de Rajoy, Cañete y Fabra en el Ágora de Calatrava, coordinado informativamente por Jonhson, el jefe gaviota valenciano ha tenido que soltar lastre de nuevo presionado por la Justicia. A él, a Fabra, de forma exclusiva cabe responsabilizar de que la imagen del Consell de la Generalitat se vea arrastrada de nuevo por el fango. A él, que rescató a Lola Johnson una vez ordenada la voladura de RTVV. A él, que la hizo secretaria autonómica de Comunicación conociendo como conocía la indignidad de su papel como jefa de Canal9 durante el accidente del Metro de Valencia, por ejemplo. A él, que sabía que tarde o temprano alguien levantaría alguna de las muchas alfombras que esconden toneladas de basura tóxica acumuladas durante las décadas de la indecencia. Y que Lola, la que ocultó los acosos sexuales de jefezuelos popularistas a trabajadoras de la tele pública, la Lola que sirvió a con tanta devoción a Zaplana y a Camps, acabaría por caer. Fabra la nombró hace cinco meses. Sabía que era una más de sus burlas a la decencia. 1.300 millones de euros fueron dilapidados por los gaviotas para crear la más vergonzosa maquinaria de propaganda y engaño que haya conocido este país desde el restablecimiento de la democracia. Jonhson es una más de las piezas de la trama mafiosa que nos ha arruinado. También por esto hemos de votar pasado mañana. Para acabar políticamente con quienes han reventado la moral pública en esta tierra. Callar es ser cómplice de estos indecentes.
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