Blasco y los melindres del PP valenciano

#ppcorrupción - No fueron las evidencias denunciadas y documentadas por el PSPV y el resto de la oposición en Les Corts desde hace más de tres años. Ni la admisión por los tribunales de la querella presentada por los socialistas valencianos. Ni las detenciones practicadas durante la instrucción del caso por la Justicia. Ni el escándalo público que supuso el conocimiento de sus andanzas. Ni la petición de prisión e inhabilitación por la Abogacía de la Generalitat y la Fiscalía. Ni siquiera la esencia del caso: la supuesta desviación sistemática de los recursos presupuestados por el Consell para ayudar al desarrollo de quienes más lo necesitan en beneficio de una trama corrupta. No, nada de eso pareció suficiente a Fabra y a su partido para apretarle las tuercas a Rafael Blasco y obligarle a abandonar su grupo parlamentario y desaparecer de la vida pública. No eran suficientes razones para ello. Sabiendo desde hace tiempo, como ellos debían saber con certeza, de la indecencia de lo que se estaba hablando y de la indignidad de lo que se había hecho decidieron dejar pasar los meses y no poner en la picota a quien tanto poder y confianza habían dado. ¡Ah! Pero llegó Blasco y llamó melindres (RAE: "delicadeza afectada y excesiva en palabras, acciones y ademanes") a quienes compartían con él la dirección del partido hasta hace cuatro días. Ahí es nada: ¡melindres! Y a quien no habían tocado la cara pese al reguero de sospechas que ha dejado por doquier, va y le abren expediente y le suspenden de militancia. Y es que en la Gran Familia una cosa es robar y otra muy distinta maldecir. Que robar se puede mientras no te pillen pero la maledicencia, y encima si es en público, eso es lo peor de lo peor. ¡Mira que llamarles melindres, Rafa! Tantos años dándoles doctrina para esto.

Cúpula directiva PPCV. 02.11.2009. Alberto Fabra, Rafael Blasco, Francisco Camps, Antonio Clemente, José Ciscar y Juan Cotino. PPCV, via flickr. Fotografía reproducida bajo licencia Creative Commons BY 2.0