#fabraincapaz - Lo que a estas alturas se diga desde la jefatura del Consell carece por completo de relevancia, es verdad, habida cuenta de la incapacidad de su titular para lanzar argumentos e ideas que contribuyan a desenredar el ovillo endiablado en que nos encontramos, pero sería de agradecer que Presidencia de la Generalitat se esfuerce en transmitir al menos una mínima sensación de rigor en las cosas de gobierno. El otro día se armó un buen revuelo a cuenta de la contratación por la Administración valenciana de un asesor personal para Alberto Fabra, eso que ahora se conoce como un coacher. 20.000 euros nos costaba a todos esa asesoría que debía de convertir a Fabra en un líder de los de verdad, uno màs entre los Obama, Merkel y Hollande. Era bueno para él y sobre todo para la Comunitat, insistió el vicepresidente Císcar ante la avalancha de preguntas de la prensa al respecto; todos los dirigentes de alto nivel (y entre ellos, por supuesto su jefe) necesitan la mejor capacitación. Tanto entusiasmo puso el portavoz en defender el contrato que uno se pregunta cómo se le quedaría el cuerpo cuando menos de dos horas después Presidencia se vio obligada a rectificar y anunciar que nada, que Alberto se quedaba sin curso de liderazgo a cargo del presupuesto püblico. Es, evidentemente, mera anécdota, uno más entre el sinfín de desvaríos que trufan la acción de gobierno de los fabristas. Pero elocuente del grado de descontrol que impera en el Palau de la Generalitat, de la pérdida absoluta de la agenda pública y mediática, de la desorientación que nos gobierna. Ese mismo día Fabra anunciaba a media tarde, en su cuenta de Twitter, el enésimo plan de empleo impulsado por el Consell. La noticia eran las idas y venidas del coacher del Molt Honorable. Es lo que tenemos. Nadie va a tomarnos en serio.
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