#gobiernoabierto #transparencia - He dicho en reiteradas ocasiones, y así lo he escrito en este espacio, que uno de los principales errores de la segunda legislatura de Zapatero en el Gobierno fue minorar su programa de reformas políticas ante la acuciante necesidad de dar prioridad a la agenda económica. Creo yo que debiera haberse mantenido el impulso reformista necesario para modernizar y democratizar en mayor profundidad la acción pública, especialmente en todo aquello que refiere a la transparencia y el control sobre la actuación de los poderes del Estado. Es cierto que la opacidad forma parte de nuestra cultura de vida, así es el espacio público como en el privado, fruto de una secular relación de desconfianza entre las instituciones y la ciudadanía y el enraízamiento de la cultura católica en nuestra forma de entender la vida, además de la voluntad de perpetuación en el poder de las élites económicofinancieras. La crisis y la exigencia popular que de ella se deriva ofrecía ya entonces y singularmente ahora una oportunidad irrenunciable para abordar con radicalidad la apertura de puertas y ventanas que precisan nuestras instituciones para hacer viable la democracia en nuestro país. En lo que atiende a la lucha contra la corrupción, por supuesto, pero también en todo aquello que se refiere a la relación entre administraciones y responsables públicos, en gobiernos y parlamentos, con los ciudadanos. No puede haber espacios de ocultación en el territorio público. Es ese el principio fundamental para el ejercicio real del poder democrático por la ciudadanía. Y eso, desde luego, no se compadece con gobiernos emplasmados.
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