Hace unos días el conseller Moragues, guardián de la caja de la Generalitat, proclamaba ufano que el Gobierno de España iba a adjudicar al Consell un tercio de los remanentes sobrantes del Fondo de Liquidez Autonómico. Decía que esto mostraba la influencia valenciana sobre el Gobierno y el compromiso de este con nuestras instituciones. Y creo yo que lo que evidenciaba la decisión de Montoro es que esta es la Comunidad con mayor deuda y con menor capacidad para afrontar sus compromisos de todas las administraciones españolas. Que lo que hace el Gobierno de España es incrementar el rescate de la Generalitat, manifiestamente desbordada ante la cola inacabable de acreedores que reclaman a diario lo que se les debe tras años y años de políticas disparatadas y ejercicios megalómanos que han convertido nuestra agenda fiscal en un campo de minas infranqueable. El Consell de Fabra vende como un éxito lo que es el reconocimiento palmario del fracaso más absoluto. Sólo la respiración asistida del FLA, en forma de préstamos que alimentan nuestra deuda pública y que han de ser devueltos convenientemente, mantiene con vida el cuerpo yacente del autogobierno valenciano. Han gastado tanto y tan mal para el interés general que no queda aliento para nada. Ayer nos recordaban otra vez que la nuestra es la Administración española que menos invierte en servicios sociales, en políticas de solidaridad: poco más del 60 por ciento de la media nacional. Así ocurre también en Educación o en Sanidad, desde los tiempos de la abundancia. Sólo andan sobrados de soberbia y de indecencia.
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