Tiene su guasa que el PP valenciano y su coro mediático exijan dimisiones en el PSPV en razón de la sentencia del Tribunal Supremo que ratifica el fallo del jurado absolviendo a Francisco Camps y Ricardo Costa del asunto de los trajes. Dicen que el recurso planteado por los socialistas valencianos y su resolución evidencian la injusta cacería de que han sido vīctimas los dos jerifaltes de la derecha de esta tierra. El PSPV hizo, al impulsar el recurso ante el Supremo, lo que tenía que hacer ante las dudas que entre la sociedad generaba el fallo del TSJ y las incoherencias que, en conciencia, decía apreciar entre los hechos probados y la sentencia absolutoria. El alto Tribunal ha hablado y el asunto del vestuario ha quedado judicialmente zanjado. Lo que no obsta, a la luz de cuanto sabemos ahora, para que ambos prohombres sigan en el lado oscuro de la vida pública valenciana. Pedir la dimisión de Ximo Puig sólo evidencia la incapacidad de las gaviotas para entender lo que está ocurriendo en el País Valenciano y el descrédito absoluto en que personajes como Camps, Costa y tantos otros amiguitos del alma han sumido a la Comunitat. Si realmente creen en la honorabilidad de esta gente, que le organicen un homenaje de público resarcimiento, restituyan a Camps en la jefatura del Consell y devuelvan a Costa su condición de mandamás del partido. Es bien sencillo. Aunque después de escuchar a Alberto Fabra decir de "esa persona" que se encuentra ya fuera de la política y que es pasado uno se aviene a pensar que este arrebato es otro de los juegos florales de la derecha valenciana para distraer al respetable y hacerle mirar, una vez más, hacia otro lado.
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