Un médico español, José Ramón Núñez, es el director del programa de transplantes de la Organización Mundial de la Salud. Núñez dijo al tomar posesión de esa alta responsabilidad que su único mérito era ser español, haber ejercido la Medicina en el país que lidera las políticas de transplantes de órganos en el mundo. En este, como en muchos otros ámbitos, España ha dado un gran salto adelante en los últimos 30 años. Y es verdad que muchas cosas no se han hecho bien, y que se han perpetuado privilegios obscenos que debieran haber sido removidos, y que se han fomentado patrones de crecimiento que han propiciado desigualdades inaceptables, y que no ha habido la suficiente exigencia en el desempeño de las responsabilidades públicas. Es verdad que la playa a la que hemos llegado tras estas décadas de travesía aparentemente exitosa no es la que muchos habíamos soñado. Y que hacemos bien en expresar la rabia por las expectativas defraudadas. Pero cometeríamos un error imperdonable si con las turbideces y la roña tiráramos por la borda el capital acumulado durante años. Tengo la sensación de que, llevados por la desesperación de este tiempo zafio, hemos entrado en una vorágine autodestructiva que sólo favorece a los heraldos de la liquidación de derechos y de futuro. Necesitamos ya, como el vivir, abrir las ventanas para que entre el aire nuevo que disipe la neblina y nos permita discernir lo esencial de lo accesorio. Que nos deje ver lo mucho que hemos hecho para progresar después de la dictadura, aquello por lo que sigue valiendo la pena luchar. No les demos la excusa que precisan para liquidar también nuestros sueños.
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