Dice el conseller de Economía Máximo Buch que en la ocultación de miles de facturas adeudadas por el Consell durante años no hubo mala fe. No. Ni siquiera negligencia. Que "eran otros tiempos y otra forma de gestionar", dice. Y que al dar la orden de sacarlas de los cajones del desván Fabra ha demostrado que es transparente. No sé si en la Comisión Europea se habrán quedado más tranquilos al leer las declaraciones del conseller. No sé si con estas explicaciones paralizará la investigación en marcha sobre el fraude cometido por el Consell con las cuentas públicas. Me da la impresión de que no. Se ocultaron miles de millones de euros de deuda en el fondo de los cajones porque "eran otros tiempos y otra forma de gestionar". Ya ves. Y lo dicen sin el más mínimo rubor. Al contrario, que para Bonig la culpa es de Zapatero, por no enterarse y fiarse de Alíbabá. A ver, Fabra sacó las facturas porque no tenía más narices que hacerlo, no por transparencia. Lo hicieron porque el hedor de la putrefacción de años de armarios cerrados era insoportable, incluso para tipos de pituitarias tan acostumbradas a la podredumbre como estos. Detrás de cada una de esas facturas había pequeñas empresas, autónomos, proveedores estrangulados por los créditos bancarios mientras Camps y Rita se paseaban en el Ferrari de Alonso por las calles de Valencia. Bruselas está escandalizada por la desvergüenza del Gobierno valenciano, el de Camps y el de Fabra. Y hacen mal aquellos de entré nosotros que no lo están. "Otros tiempos y otra forma de gestionar", qué poca vergüenza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario