Más de 1000M€ ha costado a la Generalitat la ampliación de la Feria de Valencia. El equivalente a la construcción de 200 nuevos colegios o 20 hospitales comarcales. Ese es el compromiso de los gobiernos gaviotas de la Generalitat con las necesidades reales del país. Casi cuatro veces lo invertido en la construcción del nuevo hospital de La Fe, celebrado por Camps en su día como el mayor de Europa, con sobrecostes del 20 por ciento incluídos. Lo dice la Intervención General de la Generalitat, no los revientapatrias de la oposición. Más de mil millones a cargo del erario público que ha tenido que soportar incrementos de casi el 90 por ciento sobre lo presupuestado inicialmente. ¿Quieren hacernos creer, esta gente, que sólo ellos pueden gobernar este país? ¿Quieren hacernos creer que nos han endeudado hasta las cejas sólo por la, real, infrafinanciación autonómica? ¿Quieren que creamos que son ellos los únicos capaces de gestionar sensatamente la cosa pública? Mil millones de euros. Mirad, cuando esto ocurría (las obras se prolongaron entre 2002 y 2009) la Comunitat Valenciana era ya la última en el reconocimiento de los derechos de los dependientes en España. Cuando esa desvergüenza se consumaba (y la Fórmula 1, y el Palau de Les Arts, y la Ciudad del Cine, y la maqueta de Calatrava en Castellón, entre tantos desvaríos), éramos ya quienes menos camas hospitalarias teníamos o quienes peor dotación tecnológica sufríamos en nuestras escuelas. Y, sabéis, ese era el tiempo en el que la Generalitat se negó a invertir tres millones, tres, en la reposición de los daños causados por el gran incendio de L'Alcalatén y obligó a la devolución de otros tres millones ingresados ya por el Gobierno de España en las cuentas de la Diputación de Castellón. Esta es la historia real de las décadas de la indecencia. Mil millones, mil, y sólo en la Feria de Valencia.
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