Hace tres años la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) tenía la convicción de que, de estar toda la documentación presentada en orden, las certificaciones pertinentes para iniciar la actividad en el aeropuerto de Vilanova-Benlloch, en Castellón, estarían resueltas de inmediato. Todavía seguimos a la espera. El "aeropuerto del abuelito", su idoneidad técnica, aún no ha sido validada por la autoridad aérea. Dicen que ahora ya. Imagino que así será. Decían entonces los Fabra y su gente que era Zapatero el que bloqueaba las autorizaciones, que ellos lo habían hecho todo bien pero que el gobierno socialista estaba empeñado en torpedear el funcionamiento del aeródromo. Era mentira, y me consta de primera mano. Ellos lo sabían, por supuesto que lo sabían. Porque la historia del aeropuerto de Castellón no es sólo un relato de prepotencia, abuso, despilfarro y megalomanía, tan arraigados en los usos y costumbres del fabrismo. Es, también, la historia de la incapacidad para gestionar en orden a la ley un proyecto público del que decían dependía el futuro de las comarcas castellonenses. Como tantos y tantos otros que han acabado naufragando por la incompetencia y la chapuza instaladas en la gestión pública amparada por la gran familia. Cargos directivos entregados a afines no por su valía profesional sino por su fidelidad al clan. Millones y millones de euros públicos, de todos y de todas, puestos en manos de amigos sin otro mérito que la adulación al jefe y a la causa. Zapatero, siempre era Zapatero. Entonces como ahora. No, eran ellos. También entonces como ahora. Porque el otro Fabra, Alberto, ya estaba allí, participando de la gran comilona. Mal que le pese.
No hay comentarios:
Publicar un comentario