03 septiembre 2013

Necesitamos un nuevo modelo energético


La beligerancia del Gobierno contra las energías renovables y, especialmente, contra su producción descentralizada evidencia su voluntad nula de abordar el principal reto que tiene por delante la sociedad española: la transición a un nuevo modelo de producción y distribución de la riqueza. Los cambios normativos de los últimos meses están paralizando proyectos ya en marcha en generación eólica y solar, de gran importancia no sólo por el volumen inversor sino por el impulso a la investigación en un ámbito que liderábamos mundialmente hasta hace poco. Pero, sobretodo, han penalizado de manera sangrante la autogeneración y el autoconsumo de energía estableciendo una tasa de conexión a la red (peaje la llaman) que las hacen prácticamente inviables. Escribí hace ya unos meses aquí que la producción distribuida de energía, descentralizada, siguiendo un modelo similar al de internet, en el que todos produzcamos y todos nos beneficiemos, es la gran apuesta energética que posibilitaría el cambio de modelo. Que cada hogar o grupo de hogares o empresas produzca parte o toda su energía mediante, por ejemplo, placas solares y venda a la red general o compre de ella en función de sus excedentes o déficits propios introduce un elemento de democratización y desoligopolización del sector energético vital para nuestro futuro. Y favorecería, al mismo tiempo, el dinamismo económico y el empleo en un sector estratégico para este país. Tenemos condiciones naturales excelentes para afrontar ese gran reto y los fundamentos industriales y el conocimiento tecnológico necesarios. No podemos renunciar a ello, porque no es la solución total a nuestros males pero sí una parte esencial de la solución que queremos para afrontar un futuro distinto al que quieren los liquidadores. 

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