26 septiembre 2013

La mendacidad de Rajoy

Oigo a Pepa Bueno está mañana decir que Rajoy negó ayer en una entrevista a medios estadounidenses que hubiera un sólo imputado gaviota por el caso Bárcenas y que el presidente liquidó el asunto diciendo que en los papeles del exfactótum derechista casi todo es falso, en rajoyés, "salvó algunas cosas". No me hace ni pizca de gracia que el jefe de mi Gobierno, que quien lleva cobrando de mis impuestos desde hace más de 30 años ("salvo algunas cosas" que ha cobrado sobre mediante) vaya por ahí arruinando la imagen y la reputación de España. Nada sorprende ya del Emplasmado pero resulta hiriente que el personaje pasee su patológica tendencia al embuste por todas partes. Da igual que sea en las Cortes Generales, en una rueda de prensa con Merkel o ante la prensa norteamericana, él, impertérrito el ademán, erre que erre. ¿De verdad cree que sus interlocutores no tienen ya una idea cabal de lo que ha pasado en su partido? ¿Que quien le pregunta, aquí o allá, no sabe ya lo que hay tras Bárcenas, Gürtel y compañía? Es bochornoso, no por él, por supuesto, sino por la dignidad del cargo que ocupa. Decía Hans Küng en 2008, en un excelente artículo publicado por El País bajo el título ¿Está justificada la mentira en política?: "Las mentiras personales, como las que contó el expresidente estadounidense Bill Clinton durante el caso de Mónica Lewinsky, son malas. Pero lo peor es la falsedad, que afecta al fondo de las personas y sus actitudes esenciales (como puede verse en la actitud del presidente George W. Bush en los cinco años de la guerra de Irak). Y lo peor de todo es la mendacidad, que puede impregnar vidas enteras." Fin de la cita. Nada que añadir.

Publicidad de la primera edición de Las aventuras de Pinocho, publicada el 14 de febrero de 1883
en el Corriere del Mattino. Wikimedia Commons. Esta imagen está en el dominio público.

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