#fabraincapaz - La comparecencia de
Alberto Fabra ayer ante Les Corts con razón del debate del estado de la Comunitat fue absolutamente irrelevante. Lo decíamos ayer, era previsible. Nada que decir, nada que aportar,
bla, bla, bla. Hora y media empleó el president en transitar por el vacío, puro funanbulismo de baja altura. Nada de interés, más allá de ratificar la falta de resuello político para continuar al frente de la Generalitat. Algunas ocurrencías celebradas por su tropa: que pagará la extra de diciembre a los empleados públicos dependientes del Consell (¡alabado sea el señor!); que bajará los impuestos, que recién acaba de subir para intentar atemperar la hecatombe de nuestras cuentas públicas, antes de terminar la legislatura (¿dos días antes de las elecciones, tal vez?); que los ayuntamientos decidirán sobre la libertad de horarios comerciales (anuncio hecho sin escuchar siquiera a los comerciantes valencianos); y, esta es buena, una ley de transparencia contra la corrupción (que seguro redactarán y votarán los
amiguitos del alma beneficiarios de tantos años de opacidad y arbitrariedad). Y fuegos de artificio, muchos y de todos los colores, para convencernos de que estamos ya saliendo del pozo. Por supuesto ni atisbo de arrepentimiento, ni amago de contrición cristiana por los muchos pecados cometidos. Lo dicho, absoluta irrelevancia. Peor: desprecio hacia la Cámara que representa a la ciudadanía, ante la que se comprometió a hacer aquello que sabe que no va a hacer. No es de extrañar. Les sobra el Parlamento. Ayer lo dejó bien claro
Celia Villalobos en el Congreso, cuando ejerciendo la presidencia tomó parte en el debate parlamentario con el hooliganismo más descarnado contra la oposición. Todo muy edificante, ya lo creo.
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