06 junio 2012

Liderar el progreso

Liderazgo, decía el otro día Felipe González, es hacerse cargo del estado de ánimo de los demás. La empatía, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y de tomar decisiones compartiendo miradas. Porque liderar no es mandar, como gobernar en democracia no es imponer. Necesitamos ya, así en España como en el País Valenciano y en Europa, de nuevas formas de ejercer el gobierno de los intereses públicos. Una nueva manera de concertar voluntades, de aunar esfuerzos y de hacer creíble la política para la gente. Un liderazgo para el progreso, que reste poder a los poderosos y empodere a la ciudadanía. Un liderazgo que sepa imaginar, que nos permita soñar sin perder el pulso de la realidad, que sea sincero y abomine del populismo. Un verdadero rescate democrático, como decía ayer Ximo Puig, que ponga las instituciones y la política al servicio de la mayoría social. Eso es lo que necesitamos también, y especialmente, para recobrar el pulso de la economía y de la creación de empleo. Ese es el principal reto que tenemos por delante.

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