Ayer por la tarde la Llotja de Castellón acogió la presentación del libro Bolonia en crisis del primer rector de la Universitat Jaume I Francesc Michavila. Estuvo el autor brillante, como de él cabe esperar, siempre ponderado en sus juicios y radical en su defensa de la universidad como agente de progreso social. Insistió Michavila en una idea a mi parecer fundamental: durante las últimas décadas nuestro país, la sociedad española, ha trabajado mucho y bien en su modernización para situarnos en muchos aspectos al nivel de nuestros socios europeos y ese esfuerzo colectivo, a pesar de las deficiencias, no puede ser tirado por la borda. No podemos, digo yo, liquidar nuestro futuro con la coartada de resolver las urgencias del presente. Hemos de afrontar cambios radicales en muchos ámbitos de nuestra vida en común y también de nuestras actitudes personales, sin duda. Pero no podremos hacerlo con razón si no somos capaces de poner en valor el patrimonio colectivo acopiado durante las últimas décadas. No podemos desistir, como decía el rector, no podemos pararnos en nuestra voluntad de seguir ganando el futuro. Porque eso nos llevaría al suicidio colectivo.
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