Pedía el otro día el Gobierno portugués a sus ciudadanos que se cuidaran de enfermar para evitar el colapso del sistema sanitario público. Que no se pongan enfermos porque de lo contrario el Estado no les podrá garantizar la salud. En una Europa que está destinando cientos de miles de millones de euros a salvar a los bancos de su ruinosa gestión de los fondos depositados en ellos por los ciudadanos, la llamada del Gobierno luso evidencia la deriva antisocial de las políticas impuestas por las élites económicofinancieras de la Unión. Si el Estado es incapaz de garantizar la seguridad sanitaria de sus ciudadanos, para qué sirve el Estado. Y si Europa, otrora faro de la justicia social en el mundo, alienta la quiebra del proyecto social europeo, de qué nos sirve. Soy radicalmente europeista y tengo la plena convicción de que sólo la unión cooperativa de Europa, de sus políticas, de sus ambiciones colectivas y de su talento, nos garantizará el futuro. Pero no con estos mimbres. No. La Europa del nuevo tiempo será más social o no será, más imaginativa o no será, más igualitaria o no será. Defendamos lo que fuimos pero, sobretodo, alumbremos una nueva Europa para preservar nuestro futuro y el de nuestros hijos. Que el 13 nos sea propicio. Salud.
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