El pasado 21 de diciembre escribía en este blog la nota "La burbuja reinventada" donde aludía a la estrategia liquidacionista de la derecha gobernante y su manifiesta voluntad de convertir los derechos públicos en negocios privados. Una reedición, mejorada y aumentada, de las políticas de burbuja puestas en marcha en la segunda mitad de los 90s por Aznar y Rato. Ahora ya no hay cemento ni ladrillos que vender y son los servicios públicos los que están expuestos en los mostradores del Gran Casino. Un negocio redondo para la especulación: derechos convertidos en mercancía, ciudadanos y ciudadanas reducidos a rehenes de los beneficiarios de la Gran Liquidación. Güemes como símbolo, el consejero que privatizó lo que más tarde se iba a quedar. Una estrategia de manual: deteriorar lo público, proclamar a los cuatro vientos su insostenibilidad, ponerlo a saldo y rescatarlo en manos de los amigos. Lo están haciendo con la sanidad y la educación públicas, con la atención a los dependientes, con las radiotelevisiones, con las infraestructuras... Un inmenso bazar de cientos de miles de millones de euros en espera de dineros sin escrúpulos. Y todo bajo el mantra del descrédito de la política y de lo político para cerrar el círculo: necesitamos gestores que no hagan politiquería, que no se sometan a las reglas de un Estado podrido. El final de lo público como misión y que cada uno se busque la vida, si puede. ¿Lo conseguirán? Están decididos a ello si no les paramos los pies.
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