De prosperar el proyecto de reforma legal que prevé pena de prisión a quien acoja a un inmigrante en situación irregular habremos descendido, como sociedad, un peldaño más hacia el infierno de la indignidad. El Gobierno sigue empeñado en idear contrarreformas legislativas que satisfagan a la caverna para mantener prietas las filas del ultramontanismo patrio. Expulsados los sin papeles del sistema sanitario público, quieren ahora convertir en delincuentes a quienes les den cobijo. Tamaña indecencia la promueven los mismos que frecuentan los aquelarres de su catolicísima dignidad Rouco Varela. Devotos de puño en pecho a los que no les tiembla el pulso al segregar a un millón de personas y declarar delincuentes a quienes se solidarizan con su desgracia. Una cosa es la lucha contra las mafias que fomentan la inmigración ilegal y otra, muy distinta, el ensañamiento contra las víctimas y quienes les ayudan. Y así, peldaño a peldaño, vamos perdiendo territorios de decencia y espacios de dignidad haciendo cada vez más irreconocible nuestro sueño colectivo de convivencia en una democracia avanzada.
Dorothea Lange. Destitute pea pickers in California. Mother of seven children. Age thirty-two. Nipomo, California. Library of Congress. Documento sin restricciones conocidas de derechos de autor |
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