Muy probablemente esta sea la última ocasión en la que me asome a esta ventana de opinión como subdelegado del Gobierno de España en nuestra provincia. Desde abril de 2007 he tenido la oportunidad de dirigirme a ustedes desde este espacio, cedido generosamente por el diario Mediterráneo, para comentar diversas cuestiones de actualidad. Lo he hecho siempre, créanme, con la voluntad de fijar posiciones razonadas; con el afán de polemizar sin acritud respecto de aquellos temas que estaban en la agenda política, económica o social de nuestra tierra; con el ánimo de aportar nuevas visiones que enriquecieran el debate sobre nuestro futuro. Porque tengo el convencimiento cierto de que quienes asumimos responsabilidades en la cosa pública estamos obligados a hablar, a dialogar con la ciudadanía para explicar el cómo y el por qué de la acción institucional. Sería pretensión ridícula pensar que he sido capaz de acertar siempre en ese objetivo, para mí esencial de la vida política. Pero les garantizo que esa ha sido mi aspiración.
Hoy, en este momento en el que preparo ya el vuelo a nuevas ocupaciones, me van a permitir referirme a quienes durante los últimos años me han acompañado desde el servicio público, a los empleados y empleadas de la Subdelegación y del resto de departamentos dependientes del Gobierno de España en la provincia de Castellón. Ha sido un privilegio inmenso poder trabajar día a día con estos servidores de la causa pública. Saber de su entrega, de su cualificación, de su voluntad de servicio a la sociedad, de su lealtad para con la ciudadanía.
Son ellos y ellas quienes ponen el Estado, el conjunto de instituciones públicas, a disposición de sus conciudadanos. Quienes hacen posible que las políticas impulsadas desde los distintos gobiernos se conviertan en realidades sustantivas para todo el cuerpo social. Son el alma del Estado democrático, en su doble misión esencial de generador de derechos y garante del cumplimiento de los deberes de todos y de todas.
Por ello, quiero reivindicar aquí y ahora, cuando tantas veces escuchamos que hay que achicar los espacios de lo público, el compromiso de las empleadas y los empleados públicos con la sociedad. La imperiosa necesidad que tenemos de salvaguardar su honorabilidad del comentario apresurado o de la maledicencia interesada. Los funcionarios y las funcionarias y el resto de trabajadores públicos cumplen una misión fundamental en sociedades complejas como la nuestra: no hay democracia ni Estado social sin un servicio público reconocido, respetado y valorado por la ciudadanía.
No de trata, pues, de menos Administración pública sino de mejor, la que sea necesaria para abordar los grandes retos que tenemos. No se trata de menos empleados públicos, sino de que estos puedan cumplir mejor su servicio, ser más eficaces y eficientes en el ejercicio de su misión. La acción pública es una palanca de cambio muy poderosa para avanzar hacia una sociedad más abierta, más libre, más tolerante y más solidaria. Para ello necesitamos de un servicio público que garantice la no exclusión social, la igualdad de oportunidades, el progreso personal de todos y la sostenibilidad de nuestras actuaciones públicas y privadas.
A los casi 4.500 servidores de las distintas administraciones dependientes del Gobierno y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Castellón, gracias, muchas gracias por su buen hacer diario. Por enseñarme durante estos años su alto grado de compromiso con nuestra sociedad. Por mostrarme el camino acertado en tantas y tantas decisiones. Por su discreción y lealtad. Gracias porque, en momentos de grave dificultad como los que vivimos, han sabido anteponer siempre su sentido del servicio al interés personal.
A todos y a todas, mi reconocimiento como subdelegado y como representante del Gobierno de España en la provincia. Pero sobretodo y especialmente, mi respeto como ciudadano. Mucha suerte, buen año 2012 y hasta siempre.
El valle glaciar de Chamonix. Agosto de 2004. |